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¿Qué fue la revolución Industrial?

Definición 

Cambio rápido y profundo que afecta a varios aspectos de la vida humana. Implica a su vez, una aceleración en el ritmo de las transformaciones históricas que ocurren en un tiempo relativamente corto pero que sus efectos son perdurables.

La Revolución industrial fue una revolución económica que alteró la forma de producción de los bienes.

Factores que favorecieron su desarrollo 

Esta comenzó en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Varios fueron los factores que favorecieron su desarrollo:

  • Abundancia de carbón mineral.
  • Existencia de combustible.
  • Buenas comunicaciones fluviales (puertos y puentes).
  • Existencia de capitales (posibles de ser invertidos en las industrias).
  • Artesanos con mentalidad abierta al cambio y a la invención de máquinas nuevas.
  • Un gobierno con una legislación respetuosa a la propiedad privada, la libre empresa y la libre competencia.
  • Mercados en potencia en los territorios coloniales.
  • Crecimiento demográfico (más gente para trabajar y para consumir).

Los historiadores hablan de una primera revolución industrial entre 1760 y 1840 y de una segunda revolución industrial desde 1850 hasta 1920 De ahí se da paso a otras innovaciones tecnológicas.

Puente de hierro del ferrocarril sobre el río Támesis reconstruido en 1895.Río Támesis (Inglaterra). Puente de hierro del ferrocarril reconstruido en 1895.

Consecuencias sociales 

La revolución demográfica

El factor clave en el crecimiento de la población europea fue el descenso acusado de la mortalidad debido a tres factores principales: avances médicos -en 1796, Jenner descubrió la vacuna contra la viruela-, mejora de la calidad de la vivienda y alimentación, preocupación por la higiene. El empleo cotidiano del jabón redujo las infecciones.

Con la disminución de la mortalidad aumentó el censo y, por tanto, el número de individuos que había que alimentar, alojar y vestir.

Gran Bretaña pasó de los 7 millones de habitantes de mediados del siglo XVIII a 17 millones  en un período de 60 años, y alcanzaba los 40 millones en los umbrales del siglo XX. Un crecimiento fantástico.

No se trató de una relación automática (crecimiento de la población/industrialización) porque Irlanda vio como crecía su censo sin industrializarse, pero lo pagó con mortíferas hambrunas, que demostraron que la sociedad agraria presentaba un techo para la demografía.

Este fenómeno afecto a la mayoría de los países europeos.

En 1789, el inglés Matheus publicaba su ensayo sobre la población. Alarmado por esta tendencia imparable, pronosticó que el horizonte de la humanidad era el hambre, porque las subsistencias crecían a un ritmo menor que la población.

 

El crecimiento de las ciudades

Otro estímulo para la demanda fue el crecimiento urbano.

En 1800 en Europa solamente superaban los cien mil habitantes en veintitrés ciudades; en 1900 ya eran ciento treinta y cinco.

Crecieron, sobre todo, las ciudades inglesas. En 1800 Londres se acercaba al millón de habitantes; los centros industriales británicos, Liverpool, Glasgow, Manchester, Birmingham, reflejaron en sus censos la llegada masiva de inmigrantes.

Se trataba de un fenómeno general: París, Berlín, Viena y Hamburgo se expansionaron más tarde, en el momento que aparecía en sus cascos urbanos la industria y ésta atraía masas obreras. La relación industria-cuidad parece indiscutible.

El incremento de las funciones de la cuidad demandaba un número mayor  de aparatos, materiales de construcción, medios de transporte, etc., exigidos por la diversificación del trabajo.