En la ciudad de Barcelona, el 6 de junio de 1996, se proclama la Declaración de los Derechos lingüísticos.
A través de ella se proclama: la igualdad de derechos lingüísticos, sin distinciones, no pertinentes entre lenguas oficiales, no oficiales, nacionales, regionales, locales, mayoritarias, minoritarias, modernas o arcaicas.
Sus fundamentos son:
- Que la diversidad lingüística permita la participación efectiva de todas las comunidades lingüísticas.
- Lograr la participación equitativa de todos los pueblos y comunidades lingüísticas.
- Promover un desarrollo sostenible basado en la participación de todos con un equilibrio entre lenguas y culturas.
La Declaración explicita una serie de derechos personales inalienables:
el derecho a ser reconocido como miembro de una comunidad lingüística;
el derecho al uso de la lengua en privado y en público;
el derecho al uso del propio nombre;
el derecho a relacionarse y asociarse con otros miembros de la comunidad lingüística de origen;
el derecho a mantener y desarrollar la propia cultura.