La doble
Lo inefable
Lo inefable
Yo muero extrañamente… No me mata la Vida,
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor?
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor?
De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?
Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?
Cumbre de los Martirios!… Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un diente feroz!…
Pero arrancarla un día en una flor que abriera
milagrosa, inviolable!… Ah, más grande no fuera
tener entre las manos la cabeza de Dios!
(Versión Arturo Sergio Visca en Tres versiones de "Lo inefable" de Delmira Agustini)
Este poema se publica por primera vez en el libro Cantos de la mañana, en 1910.
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