Los músculos esqueléticos están unidos por sus extremos a los huesos mediante tendones. Por ello existe una resistencia que el músculo debe vencer para poder acortarse. Cuando la resistencia es superior a la tensión que se establece en el músculo activado, este no se puede acortar y no se produce movimiento, mientras que cuando la resistencia es inferior a la tensión generada se produce un acortamiento que será más rápido cuanto menor sea la carga. El término contracción se utiliza aquí para designar el desarrollo de tensión en el músculo, pero no implica necesariamente que este se acorte, pues ello depende de la resistencia externa que exista. En base a lo expuesto pueden existir varios tipos de contracciones, dependiendo de si generan o no movimiento:
- Contracción isométrica o estática. En este tipo de contracción la tensión del músculo no supera la resistencia a vencer. El músculo no disminuye su longitud y no se genera movimiento, aunque si existe un gasto energético
- Contracción isotónica o dinámica. A diferencia de la anterior, el músculo se acorta o se alarga. Las contracciones isotónicas son las más habituales en la actividad cotidiana y en la mayor parte de los deportes, ya que normalmente las tensiones musculares suelen provocar acortamiento o alargamiento de las fibras musculares de un músculo determinado. Puede ser de dos tipos: concéntrica o excéntrica.
- Isotónica concéntrica. Existe una aproximación entre los segmentos articulares, dando lugar a un trabajo positivo. La fuerza aplicada es mayor a la resistencia a vencer. Existe un acortamiento del músculo.
- Isotónica excéntrica. En este tipo de contracción, existe una separación de los segmentos articulares, dando lugar a un trabajo negativo. La fuerza aplicada es menor que la resistencia a vencer. Existe un alargamiento del músculo.