La travesía
Los traficantes esperaban en las factorías o en los barcos.
Una vez examinados por el cirujano de a bordo, marcados con hierro al rojo (como al ganado) y encadenados de cuello, pies y manos, los negros eran hacinados en el navío que partía para América.
Los mejor equipados eran los portugueses, pues sus carabelas podían transportar hasta 500 esclavos. Encadenados durante el trayecto, los negros iban tumbados bajo la cubierta del barco, en un espacio cuya altura nunca excedía de 1,50 m.
Las condiciones higiénicas eran espantosas y las epidemias fueron muy numerosas.
La alimentación, siempre insuficiente, se componía sobre todo de porotos, arroz y mandioca.
Como consecuencia de todo esto, no resultaba raro que entre un cuarto y un tercio de los esclavos embarcados en África murieran antes de llegar a América.