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Un retrato escrito de José Artigas

Conocemos más sobre quién lo escribió y en qué contexto...  

En el año 1815 la revolución oriental estaba en pleno desarrollo. "Diferentes maneras de entender la asunción de los derechos soberanos" (Frega,2016) se encontraban en conflicto. En mayo, los miembros del Cabildo de Montevideo (pertenencientes a una élite de españoles y criollos) cuestionan el liderazgo artiguista provocando así, un fractura de relaciones entre Artigas y esta institución.

Desde Paysandú, Artigas procuraba la defensa de las fronteras ante el avance de los portugueses, pero sus órdenes no fueron aceptadas.

Por tal motivo, presenta su renuncia a sus funciones como jefe de las tropas orientales. Con el propósito de evitar su retiro, se dispone una misión negociadora, designando al presbítero Dámaso Antonio Larrañaga

Artigas que se encontraba en Paysandú recibe  así su visita.

                     

Larrañaga durante su viaje de trece días (de Montevideo a Paysandú), fue relatando en un diario personal todo lo que iba observando, describiendo así los lugares que iba conociendo y la forma de vida de los habitantes  de la campaña oriental.

Al respecto, así describe a Paysandú:

                            
“Junio 12 de 1815. (...) es un pueblo de indios que está sobre la costa oriental del Uruguay (...) Se puede regular su población de veinticinco vecinos, la mayor parte de Indios cristianizados; sus casas, a excepción de cinco o seis, todas son de paja. La Iglesia no se distingue de los demás ranchos, sino por ser mayor (...) es sumamente pobre y en el día está en la mayor indigencia, falta de todo (...)”

y el lugar donde se quedó a pasar la noche, la habitación de José Artigas:

“(...) aunque es un pueblo tan infeliz, tiene el honor de ser interinamente la Capital de los orientales, por hallarse en ella su Jefe y toda la plana mayor, con los Diputados de los demás pueblos.”

“Nuestro alojamiento fue la habitación del General (Artigas). Esta se componía de dos piezas de azotea, con otro rancho contíguo que servía de cocina. Sus muebles se reducían a una petaca de cuero y unos catres sin colchón que servían de cama y de sofá al mismo tiempo. En cada una de las piezas había una mesa ordinaria como las que se estilan en el campo, una para escribir y otra para comer; me parece que había también un banco y unas tres sillas muy pobres. Todo daba indicio de un verdadero espartanismo. (...)