Da Vinci no fue el primero en investigar al corazón desde un punto de vista científico; en el Antiguo Egipto, en la Antigua Grecia, en la China Ancestral, etcétera ya se habían desarrollado investigaciones sobre él, aunque siempre teñidos de magia y religión.
Leonardo describió con gran precisión las cavidades del corazón, así como la estructura y el funcionamiento de las válvulas. Pero fue incapaz de reconciliar lo que observaba con lo que creía que era cierto. Sin embargo, su comprensión del corazón era, en muchos sentidos, equiparable a la del conocimiento moderno.
Las 150 páginas que se han conservado de los estudios de anatomía de Leonardo llegaron a Inglaterra, y finalmente a la Colección Real, en el siglo XVII, encuadernadas en el álbum cuyas tapas ha podido admirar al inicio de la exposición.
Pero no fue hasta 1900 cuando finalmente se publicaron y comprendieron.
Para entonces, su capacidad para influir en el curso del conocimiento anatómico había pasado hacía tiempo.
Pero todavía hoy podemos apreciar su lucidez y claridad, que hacen de Leonardo da Vinci uno de los más grandes científicos del Renacimiento.