La constante inquietud del hombre por lo que ve o lo que siente, lo que sabe o lo que dice nos enfrenta de lleno con la concepción de una realidad inacabada y en constante transformación.
Al transitar el camino dialógico entre lo tangible y lo subjetivo, el croquis se convierte en un mediador entre lo material y lo espiritual de nuestra naturaleza.
La razón artística se comporta nuevamente como una herramienta para el pensamiento que nos permite mostrar la realidad que podemos asimilar. El arte de leer la realidad, nos pone de manifiesto que la tarea de realizar la formación de la cultura visual.
La adquisición de habilidades motrices (derivadas de las técnicas plásticas), hacen que la visión artística en el croquis se traduzca en una experiencia de comprensión perceptiva.
El croquis es una proyección de la vida sensible, más allá de lo retiniano, que constituye un símbolo del constructo de nuestra personalidad.