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Terminemos

El mundo siempre ha estado lleno de mentiras, pero con Internet todos somos un poco más crédulos de lo que deberíamos y la información se propaga a toda velocidad.

Terminemos con este video que habla sobre este tema: 

Transcripción del video

En este momento, una persona con un celular tiene acceso a más conocimiento que cualquiera de los presidentes del mundo hace 30 años. Ni hablar de los reyes o sabios del pasado. Tener tanta información a la mano parece un buen motivo para celebrar, pero hay un problema que viene con esta revolución digital. Buena parte de los contenidos que se comparten en Internet son noticias falsas, datos mentirosos, fotos editadas que parecen evidencia de algo y en realidad no lo son. Esto va desde los portales que publican historias inventadas como una forma de sátira, pasando por malentendidos hasta personas que deliberadamente fabrican mentiras para alterar y dirigir la opinión pública. Entonces, ¿qué hacemos frente a este problema? Pues no hay una única respuesta, pero sí hay un par de prácticas que nos pueden ayudar. Lo primero es aprender a leer el contexto. Todos sabemos distinguir entre un borracho que se pone a gritar en la calle y un profesor que está presentando su opinión. No solo estamos concentrados en las palabras que escuchamos, también le estamos poniendo atención a todo lo que hay alrededor. Igual que con las cosas impresas. No es lo mismo un montón de hojas cosidas con un gancho que una revista que se esfuerza por investigar y producir contenidos serios.

Pues bueno, Internet no es la excepción. El contexto de cada sitio web le añade todo un mundo de información a lo que uno está leyendo. El diseño gráfico, la URL, la lista de otros textos que están en ese mismo sitio, el modo en que aparecen los resultados de Google, la ortografía, a lo bien, la ortografía, las referencias, los vínculos y muchas cosas más. Cada uno de estos detalles nos da pistas sobre la calidad del sitio en el que estamos. Por ejemplo, ¿qué opinarían de esta frase al final de una noticia?

Los grandes periódicos se negaron a publicar esta historia porque no quieren que sepas la verdad. Por favor, ayúdanos a compartir esta información.

La letra roja ya es una mala señal. La mayúscula sostenida lo empeora. Signos de exclamación sin apertura sospechoso. Y el mensaje con tono conspirativo es un anzuelo muy común de visitantes en Internet. Nada de esto asegura que el artículo sea completamente falso, pero sí es la clase de cosas que deberían prender una alarma. En términos generales, el punto es que cuando todas estas señales se suman, es mucho más fácil descartar información, como ofertas falsas, negocios fraudulentos o manipulación política. Ahora, el siguiente punto, nuestra actitud al momento de compartir información. Difundir un chisme falso es como romper una almohada llena de plumas en el techo de un edificio.

El viento se las lleva y no hay manera de volver a ponerlas en su lugar. Por mucho que uno salga en público a rectificar, es prácticamente imposible que las personas que ya creyeron una mentira estén ahí nuevamente para enterarse de que no era cierto. En ese sentido, el acto de compartir información implica cierto grado de responsabilidad. Un dato no es cierto solo porque esté pegado a una foto. Una noticia no es verdad solo porque esté publicada en un sitio web. Y no hace falta ir a la biblioteca a Alejandría para estar seguro de que algo que encontramos es verdad o mentira.

Basta con poner un poco más de atención. Basta con pensar antes de compartir. El problema no es que haya mentiras en Internet. Mentiras hay en todas partes. El problema es que tenemos que aprender a distinguir para el caso de las fotos, los artículos, sitios web y demás, al borracho que grita en la calle, de las personas que sí merecen nuestra confianza.

Basta con poner un poco más de atención.