El Nilo es la única fuente de agua dulce y la principal vía de comunicación a través de la que se desarrolló una gran actividad comercial.
Este río producía una gran inundación todos los años producto de los deshielos y lluvias estivales ocurridas a casi 5000 kilómetros al sur de Egipto, razón por la cual los egipcios ignoraban estos fenómenos y atribuían las crecidas a la voluntad de los dioses. Al bajar las aguas, dejaban sobre el desierto una capa de limo (fértil) que barro era aprovechado para la agricultura.
Los egipcios construyeron un eficiente sistema de riego, consistente en el trazado de canales, diques y otras obras hidráulicas para aprovechar el agua de las crecidas y distribuirla de la mejor forma posible. Estas obras hidráulicas debían mantener en perfectas condiciones, por lo que requerían un trabajo colectivo constante.
Por lo tanto, gracias a la presencia del Nilo, fue posible la vida en Egipto y el desarrollo de la civilización.
En verano, durante 3 meses el Nilo se desbordaba e inundaba el valle haciéndolo muy fértil con el barro que arrastraba desde otras regiones.
Este desborde se debía a los deshielos de las montañas del sur y de la temporada de lluvia en esa región. Ambos fenómenos ocurrían a miles de kilómetros de Egipto, por eso la población los ignoraba, y atribuían la crecida a la voluntad de los dioses.
Para controlar inundaciones se construyeron obras hidráulicas (diques, canales, embalses, nilómetros, chaduf o shaduf) que eran dirigidas por el Estado.