El que no haya vivido a la orilla de un baldío,
el que no haya tenido un perro que se le fue volviendo viejo,
el que no haya pateado piedritas cuando iba a hacer los mandados
y el que no haya corrido panaderos... ese... ¿Dónde está?
Cuando éramos muchachitos corríamos panaderos
los hijos de los vecinos, mis hermanos y los perros.
Mis hermanos fueron grandes y se fueron a la ciudad
pero todo siguió igual corriendo los panaderos.
Toque, toque y marra y veremos quien lo agarra.
Toque, toque y marra y veremos quien lo agarra.
A la hora de la siesta por los baldíos del pueblo
los hijos de los vecinos, corríamos con los perros.
Los del barrio de las latas con los de la calle ancha,
meta talón por la tarde corriendo los panaderos.
Toque, toque y marra...
De golpe creció la vida y con ella la fortuna
pero yo me quedé igual y solito entre las tunas.
Me hice un rancho en el baldío y allí me llevé los perros
y en alguna siesta que otra corremos los panaderos.
Toque, toque y marra...
Cómo extraño los diez años cuando todo vale un peso,
los hijos de los vecinos, mis hermanos y los perros.
Y me quedé con los perros a correr los panaderos,
estos sí que nunca cambian por más que se pase el tiempo.
Toque, toque y marra...
José Carbajal