Al tener una mediatez mayor que las emociones particulares, porque no brotan súbitamente en momentos específicos (como cuando vemos un ratón y le tenemos miedo), sino que se van gestando y quedan latentes dentro de nosotros, pueden educarse a través de la autorreflexión.
Para ello, es necesario un cultivo de la autorreflexión, que llevará al desarrollo de metaemociones:
Helena Modzelewski (2016), quien hablaba en el video, propone 5 características necesarias para que una instancia educativa suscite la educación emocional:
- el foco en el desarrollo de la autorreflexión y no en una emoción en concreto;
- el trabajo sobre la adecuación de las emociones a las circunstancias (¿estoy enojada? ¿qué significa estar enojada? ¿se corresponde mi enojo con las circunstancias que estoy afrontando?)
- el desarrollo de un lenguaje que permita referirse apropiadamente a las emociones (¿esto es enojo o celos?)
- la discusión sobre estos temas en conjunto con otros;
- el trabajo entorno a narraciones. (pp. 106-107)