Estos hechos ejercieron una influencia decisiva en su trabajo artístico. Su tristeza, soledad, angustias abrieron el camino al desarrollo del expresionismo.
En todas las versiones del cuadro muestra a un ser andrógino, de frente, con una actitud de profunda angustia y desesperación existencial.
Si queremos rememorar esta escena inconfundible debemos situarnos en la colina Ekeberg, junto a Oslo.
Sus obras se caracterizan por reflejar la desesperación del hombre moderno. En ellas son representados temas como la soledad, el erotismo, la angustia o la muerte. Pese a haberse encontrado influenciado por el simbolismo y el impresionismo, es considerado como uno de los precursores del expresionismo alemán del siglo XX.
El grito es probablemente el ejemplo más perfecto de lo que es una obra expresionista: el artista no retrata el mundo exterior a él, sino que a través de lo que pinta muestra sus emociones, su mundo interior, y para “pintar” esos estados de ánimo utiliza como herramientas fundamentales la distorsión de la figura y el colorido estridente.
La estética expresionista trató de reflejar las inquietudes y preocupaciones del hombre contemporáneo.