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Esta bella música es del periodo barroco y fue escrita por uno de los grandes compositores de su tiempo. Nació en Venecia y se llamó Antonio Vivaldi. Nació con el pelo rojo, pero sus padres se asustaron mucho porque no podía respirar, pensaron que no viviría. En el regazo de su madre, lo bautizó la comadrona. Ese día, 4 de marzo de 1.678 un terremoto pavoroso sacudió la ciudad.

Desde muy niño, Vivaldi aprendió a tocar el violín con su padre, un violinista de la capilla de San Marco, que lo llevaba con él, a tocar el violín por los canales de Venecia.

A los 15 años entró al seminario, a los 25 ya era el sacerdote Vivaldi, pero como era pelirrojo lo llamaron el “sacerdote rojo”, pero el “sacerdote rojo” tenía más de violinista que de sacerdote. Pidió permiso al Cardenal para no celebrar misas, pues le daban ataques de asma, la enfermedad que padecía desde su nacimiento. 

Consiguió un trabajo como profesor de violín en el Hospicio de la piedad. Era un orfanato para niñas, pero también era uno de los mejores conservatorios de la ciudad. Allí estuvo 30 años y allí compuso casi toda su música. Una música exquisita que interpretaban sus alumnas en los conciertos públicos de las plazas de Venecia. Eran obras maestras, por eso con Vivaldi, la orquesta y el coro del Hospicio de la piedad, se volvieron famosos en toda Europa. 

Vivaldi cambió la forma del concierto. A él le debemos que el violinista tenga momentos para mostrar su virtuosismo, el violín era el rey de los instrumentos y Vivaldi el príncipe de los violinistas. 

Aunque mucha de su música se perdió, aún se conservan conciertos, sonatas y más de cuarenta óperas, de esas óperas suyas alegres y llenas de luz, que tanto recuerdan el famoso carnaval de Venecia.

Llevó su música a reyes y emperadores, compuso música para Luis XV, fue nombrado caballero por Carlos VI. En la corte de Mantua, escribió la música que lo hizo inmortal, “Las cuatro estaciones”, cuatro conciertos que describen con música las estaciones del año. 

El color de las flores y el himno de alegría reciben la primavera, los pájaros se suman con sus trinos. Los pastores están de fiesta, hay cantos y bailes por la llegada de la primavera. 

El verano es la estación del calor que afecta a los hombres y a los animales, el pájaro cú cú canta en las noches. 

Alegría, alegría, es otoño, la época de la cosecha, la semilla empieza a dar frutos. Los cazadores se han reunido al amanecer, y ríen entre ellos antes de empezar la cacería. Se escucha el cuerno de caza, los cazadores persiguen y encuentran a su presa.

En invierno caen lentos los copos de nieve y el frío hace castañar los dientes. Llega la lluvia de invierno, un hombre ve las gotas de lluvia golpeando los cristales de su ventana. Junto al calor de su chimenea, el hombre está feliz en el cobijo de su hogar. Una suave ventisca anuncia el choque de los vientos que desatan la terrible tempestad del invierno.

“Las cuatro estaciones”, fue una revolución musical y Venecia cayó rendida a sus pies, pero los gustos cambiaron, la música del “sacerdote rojo” pasó de moda y el nombre de Vivaldi fue olvidado. Vendió sus manuscritos y se fue a probar fortuna a la ciudad de Viena, pero allá lo sorprendió la muerte en la noche del 27 de julio de 1741. Fue enterrado en la fosa común del cementerio de los pobres de Viena y en el coro de su funeral cantó un niño que iba a ser el músico más importante de Europa, Joseph Haydn. No se volvió a saber nada de él hasta principios del siglo XX cuando se volvió a descubrir su obra.

Hoy es uno de los músicos más interpretados del mundo, el “sacerdote rojo”, encendió para siempre la llama del violín y la esperanza del ser humano en la vida como una eterna primavera.