Durante la conquista de América en el siglo XVI, los europeos, tras mandato del Papa, desarrollaron un plan de “conquista espiritual”, o evangelización, que, más que nada, se trató de una imposición de la religión cristiana a los habitantes de América, intentando eliminar las creencias nativas.

Sucedió un proceso de sincretización religiosa, es decir, se desarrolló una simbiosis en la que los dos cultos se unieron. Pero esta simbiosis no se debe entender como la obtención de la coexistencia de las tradiciones implicadas, la simbiosis puede dar lugar al nacimiento de una nueva identidad cultural única incluso manteniendo dos cultos distintos.

Desde la época colonial hasta mediados del siglo XX Latinoamérica se caracterizó por recibir un amplio contingente de población inmigrante, proveniente especialmente del sur de Europa. Todos ellos con sus “carga” cultural: su forma de ver el mundo, su manera de hacer las cosas, su estilo para entender y afrontar los problemas… sus religiones.

De esta forma nacen las religiones que se enmarcan en el Candomblé, una de las expresiones religiosas más populares en Uruguay.

Podemos afirmar que en América Latina el 92 % de los habitantes son cristianos, pero no todos católicos, es decir, tras el sincretismo de creencias antes mencionado, muchas veces nos encontramos con un cristianismo chamánico, o animismo cristiano, etcétera. De ese 92 % de cristianos, solo el 10 % practica el cristianismo apostólico romano occidental.

El paisaje religioso en el mundo es tan diverso como difícil de abarcar y conocerlo todo en detalle, ya que nos podemos encontrar con religiones locales, orientales, occidentales, afros, evangélicas, etcétera, todas ellas dinámicas y diversas a la vez, en un mundo globalizado, en constante cambio.