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Ni su familia ni sus profesores la apoyaban.

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Debido a que Yayoi Kusama le escribió una carta a Georgia O’Keeffe, en donde expresaba su admiración por sus obras y le pedía consejos sobre cómo abrirse paso en el mundo del arte en los Estados Unidos.

O’Keeffe respondió de manera alentadora, lo que motivo a Kusama a mudarse a Nueva York en 1957, lo cual, fue un paso clave para perseguir su carrera artística.

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Las obras de Kusama son a menudo comparadas con los trabajos de Andy Warhol, por su enfoque en la repetición y con la cultura del consumismo, y con Keith Haring, ya que ambos utilizan colores llamativos en sus obras.

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Aunque ganó cierto reconocimiento, al principio no fue muy valorada en Japón ni internacionalmente. Su reconocimiento lo fue construyendo a lo largo del tiempo.

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A pesar de que no fue invitada a dicho evento, Kusama presentó una de sus obras de manera autorizada con una de sus instalaciones titulada “Narcissus Garden”, que consistía en 1.500 esferas espejadas colocadas en el césped fuera del pabellón principal. Durante la presentación, ella misma vendía estas esferas como crítica a la comercialización del arte.

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Aunque su arte refleja muchas de sus luchas internas, también es vibrante, colorido y exploran diversos conceptos como lo infinito y repetitivo, lo que aporta una mezcla de emociones.

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En 1989, el Museo (MoMA) le dedicó una exposición retrospectiva de Yayoi Kusama. De esa forma, le ayudó a consolidar su reputación internacional.

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Sus experiencias psicológicas influyen directamente en su arte.

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A pesar de sus problemas mentales, Kusama siempre ha seguido adelante con sus creaciones artísticas, y ha tenido una exitosa carrera a nivel mundial.