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Hoy, dentro del arte de Yayoi Kusama, nos adentraremos a su universo lleno de lunares.
Yayoi Kusama nace en Matsumoto, Japón, en 1929, rodeada de naturaleza, donde empieza a ver campos llenos de lunares, luces y flores que no existen. Esto le inspira a hacer arte. Sin embargo, ni su familia ni sus maestros de arte la apoyaban. Su mamá rompía la mayoría de sus dibujos y sus maestros eran muy estrictos.
Kusama deseaba ser una artista muy famosa, por lo que decide escribirle a la pintora Georgia O'Keeffe, a quien le pide que le muestre el camino para ser artista. O'Keeffe le da la idea de salir de Japón y es entonces cuando Kusama decide quemar sus obras y se promete mejorar.
Llega a Nueva York en 1957, siendo una mujer de 28 años, sin poder hablar inglés y con poco dinero. Comienza a pintar diario y se presenta, sin aviso alguno, en galerías para mostrar su trabajo. Esa actitud desafiante y audaz la lleva a exponer sus primeras obras, pero, a pesar de tener varias oportunidades y de rodearse con artistas muy importantes, Yayoi no alcanzó la fama que ella esperaba.
Se da cuenta de que varios de sus compañeros hombres usan sus ideas y tienen mucho más éxito que ella. Eso la lleva a caer en una gran depresión y a su primer intento de suicidio. Con ayuda de sus amigos y galeristas, recupera su confianza y sus obras evolucionan: de pinturas a esculturas, de performance a video, e incluso prueba con instalación.
Uno de sus trabajos más controversiales lo presenta en la Bienal de Venecia, a la cual no es invitada, pero genera tanta confusión en los presentes que se vuelve una sensación. Sus protestas contra la guerra y la desigualdad en el mundo del arte también se vuelven virales. Sin embargo, cuando estas noticias llegan a Japón, su familia se avergüenza.
Debido al desprecio de su familia y la frustración que esto le causó, tuvo que ser internada en varios hospitales psiquiátricos a lo largo de su vida, ya que se teoriza que las alucinaciones que sufre son causadas por un trastorno obsesivo. La última de sus crisis la tuvo en 1977, al sentir que no había logrado sus objetivos, por lo que decide internarse en un psiquiátrico de forma voluntaria y para siempre.
No fue hasta 1989 que, estando ella en el psiquiátrico, un museo decide hacerle una exposición retrospectiva y todos los ojos del mundo volvieron a verla, ahora con una mirada más abierta. Por fin alcanza la fama que tanto anhelaba.
Hoy en día, es una de las mujeres artistas vivas más famosas del mundo. Lleva aproximadamente 40 años internada, trabajando, pintando y retratando sus obsesiones a partir de la acumulación y repetición de objetos.
¿Sabías que en 1993 se vuelve la primera mujer artista japonesa en exponer sola y esta vez con invitación a la Bienal de Venecia? Incluso se encuentra un museo en Matsumoto dedicado a su arte, y es ejemplo de orgullo para su pueblo natal. Sacó su propia línea de ropa y hasta intervino unas bolsas de Louis Vuitton. Sus icónicas Infinity Rooms son una recreación de sus alucinaciones, producto de su trastorno obsesivo-compulsivo.