Leonardo Da Vinci murió a la edad de 67 años, el 2 de mayo de 1519, cerca de Amboise, Francia.
Pero su nombre ha continuado haciendo noticia a través de los siglos.
En agosto de 1911, las autoridades francesas entraron en pánico y cerraron las fronteras del país luego de que el empleado del Louvre Vincenzo Perugia robara la “Mona Lisa”, creyendo que pertenecía realmente a su nativa Italia. La pintura fue recuperada dos años más tarde cuando Perugia ofreció devolver la pintura a cambio de 500.000 liras. Perugia fue arrestado poco después.
Quizás uno de los más multitudinarios resurgimientos del nombre de Da Vinci fue a través de la novela de Dan Brown: El Código Da Vinci. El protagonista de esta novela de suspenso y misterio es Robert Langdon, un profesor de simbología de la Universidad de Harvard que busca pistas sobre la vida de Cristo. Las pinturas de Leonardo –especialmente “La Última Cena”– son esenciales en la trama.
El espíritu de Da Vinci vive a través de su obra, sus investigaciones, descubrimientos, anhelos...
Vasari escribió: “Había en él gran fuerza física, además de exteridad, un espíritu y valor siempre real y magnánimo… no solamente durante su vida fue muy estimado, sino que su reputación creció aún más en la posteridad luego de su muerte”.