En toda la obra se persiguió la idea de monumentalidad, de la mano de la grandiosidad, con la intención de reafirmar la idea de un Estado sólido y fuerte.
Al mismo tiempo, se puede inferir que, al igual que en la arquitectura grecorromana, se buscaba minimizar al individuo y mostrarle su subordinación ante lo que representa el edificio; en este caso, la Democracia.
Con anterioridad, en el siglo XVI, durante el Renacimiento europeo, la arquitectura también se inspiró en elementos de la cultura grecorromana. Al igual que en el Palacio Legislativo, en muchos edificios se optó por la construcción de bóvedas para lograr una sensación perceptiva de mayor amplitud espacial. E incluso las expresiones artísticas como la pintura de frescos contribuyeron a reforzar este aspecto, traduciéndose en un fenómeno de ilusión óptica (“trampa al ojo”).
Por ejemplo, la Capilla Sixtina, construida por Miguel Ángel: