La ley de inercia en el curling
Cuando hablamos de movimiento, la Primera Ley de Newton, también conocida como ley de la inercia, nos da una pista clave:
“Si la fuerza neta que actúa sobre un cuerpo es nula, entonces su velocidad permanece constante.”
Esto significa que si ningún empujón o freno externo actúa sobre un objeto, seguirá moviéndose siempre igual: ni más rápido ni más lento, sin cambiar de dirección.
Un cuerpo en movimiento, sin fuerzas actuando sobre él, no se detiene por sí solo.
Ahora bien, llevemos esta idea al hielo:
En el curling, ese deporte fascinante que se juega en superficies heladas, los jugadores lanzan una piedra de granito que se desliza sobre el hielo.
Una vez lanzada, la única fuerza que actúa sobre ella es la fricción (o fuerza de rozamiento) entre la piedra y el hielo. Esta fuerza es justamente la que tiende a detenerla.
🧹 Pero hay un truco estratégico:
Al cepillar el hielo frente a la piedra, los jugadores calientan levemente la superficie, lo que disminuye la fricción. ¿El resultado?
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La piedra recorre una mayor distancia,
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Se desvía menos,
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Y mantiene una trayectoria más predecible.
En otras palabras, al reducir la fuerza de rozamiento, también se reduce la fuerza neta, lo que permite que la piedra se mueva durante más tiempo con una velocidad casi constante.
💡 Esta acción tiene un impacto directo en la jugada:
A medida que la piedra se acerca al objetivo (la “casa”), cada pequeño ajuste mediante el cepillado puede ser decisivo.
El curling no es solo fuerza y puntería: es física aplicada en tiempo real, donde conocer cómo influye la fricción se vuelve parte esencial de la táctica del equipo.
Así, gracias a la ley de Newton, entendemos que en el curling, la precisión y la estrategia están directamente conectadas con las leyes del movimiento.
La ciencia se convierte, literalmente, en una jugadora más.