Al barrer el hielo frente a la piedra, se reduce la fricción entre la piedra y la superficie helada, lo que permite que la piedra se deslice una mayor distancia antes de detenerse.

Además, al disminuir la fricción, también se reduce la cantidad de desvío lateral, facilitando que la piedra mantenga una trayectoria más recta.

En términos de dinámica, esto implica que los jugadores no solo influyen en la velocidad de la piedra, sino también en su dirección final, convirtiendo el cepillado en una herramienta clave para la precisión y la estrategia del juego.

Durante el juego de curling, este principio cobra aún más relevancia:

los jugadores utilizan el cepillado con mayor intensidad y precisión para lograr que la piedra quede lo más cerca posible del centro de la diana. En ese momento, cada pequeño ajuste puede definir el resultado del partido, y comprender cómo incide la fuerza de rozamiento les permite afinar sus decisiones tácticas.

Así, la física no solo está presente, sino que se convierte en una aliada silenciosa de cada jugada estratégica.