Una civilización muy antigua, los babilonios, utilizaban un sistema de numeración que tenía como base el número 60.
Debido a que la cifra sesenta tiene una amplia cantidad de divisores, como es el caso de 1, 2, 3, 10, 20, 60, entre otros, es mucho más fácil realizar el cálculo mediante las fracciones, además del hecho de que 60 es el número más ínfimo divisible del uno al seis.
Actualmente, sigue utilizándose este sistema, llamado sexagesimal, en la medida de la amplitud de ángulos y en la medida del tiempo.
Los babilonios dividían la circunferencia en 360 partes o ángulos iguales y llamaron grado a cada una de ellas. Para medir ángulos de forma más precisa, introdujeron dos unidades más pequeñas que el grado: el minuto y el segundo.