En nuestra vida diaria el concepto "medir" nos resulta familiar; todos hemos medido algo alguna vez.
Hemos medido nuestra estatura con otro compañero, la velocidad en una carrera, el tiempo que nos lleva realizar un trabajo, la cantidad de agua que cabe en una botella, la temperatura de nuestro cuerpo, etcétera.
En todos estos casos lo que hacemos es comparar una cosa con otra, es decir, comparamos una magnitud con respecto a otra. ¡Eso es medir, comparar!
El tiempo es la magnitud física que mide la duración o separación de las cosas sujetas a cambio, de los sistemas sujetos a observación.
Es la magnitud que permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un presente y un futuro y da lugar al principio de causalidad.
El tiempo es, entonces, una magnitud y para medirla, es necesario utilizar una unidad de la misma magnitud.