Mientras dormimos, nuestro cerebro no descansa totalmente, ya que se mantiene activo controlando nuestras funciones vitales, como la respiración, digestión y circulación.
A lo largo del sueño se producen cambios en el funcionamiento de nuestro cerebro y de nuestro cuerpo, atravesamos etapas que aseguran que nuestro organismo vuelva a funcionar con todo su potencial.
El sueño repara el desgaste que sufre nuestro organismo a lo largo de un día de actividades.
Además, favorece el buen desarrollo de niños y adolescentes.