Esta historia es la historia de un niño que se va rumbo al norte a conocer a Dreamworks, el pescador de la luna que sale en el televisor, así es que Toni se fue aquel día de su cuna atrás el pescador de la luna que había visto en la TV, por la venta en escape puse brújula hacia el norte y siempre es el horizonte caminé haciéndome amigos y durmiendo entre los nidos de las aves en el monte.
Oye chiquillo pero que tú haces aquí, oye.
¿Quién eres tú?
Yo soy Marina la Golondrina.
¿Y qué haces?
Bueno yo vengo migrando y tú.
Yo también voy rumbo al norte a conocer a Dreamworks, el pescador de la luna que sale en el televisor.
Oh pero que interesante, ¿puedo ir contigo?
¿Caminando?
Sí caminando, yo ya estoy cansada de migrar volando.
Bueno, vamos.
¿Por dónde?
¿Por allá?
Bueno vamos por allá, vamos, vamos, vamos.
Toni y Marina recorrieron muchos caminos juntos hasta que Marina decidió irse con sus amigas las Golondrinas volando, pero antes de irse le contó a Toni que existían en las aves migratorias unos anillos, unos anillos de protección que les ponían los ornitólogos.
Así que antes de irse Marina le colocó a Toni un anillo migratorio en su dedo meñique y así Toni podía viajar protegido durante el resto de su recorrido.
Así que Toni siguió viajando solo, pero ahora protegido por su anillo migratorio y nunca estuvo de todo muy solo.
Acá parece ser un buen lugar para descansar.
Un niño solo, oye, despierta.
¿Qué pasó?
¿Qué haces aquí tan solo y tan pequeñito?
Yo soy Toni, voy rumbo al norte a conocer a Dreamworks, el pescador de la luna que sale en el televisor, ¿lo conoces?
Claro, pero tú sabes que para llegar a con Dreamworks hay que pasar grandes desafíos muy difíciles.
No, no lo sabía, ¿cómo cuál?
Pues por ejemplo ahora tienes que cruzar un gran gran río, ¿sabes nadar?
No, no sé nadar, hay que cruzar nadando.
Pues claro, pero no te preocupes, súbete arriba mía.
Estoy un poco enfermo, pero sé nadar muy bien, súbete a mi espalda que lo haremos juntos.
¿Aquí?
Espérate, espérate, vamos a saltar por acá, vamos a saltar al río y cruzaremos juntos, a la una, ay que miedo, a la dos, ay Toni me está tapando la vista, y a las tres.
Después de cruzar el río, el viejito Juan hizo una fogata en la que le contó a Toni cuáles eran los siguientes desafíos que le tocaría vivir antes de llegar a conocer a Dreamworks.
El primero, montar una enorme bestia y el segundo, cruzar un gran gran muro.
Pero el viejito Juan no lo dejó solo a Toni, sino que antes de irse, elaboró para él el que sería el compañero por el resto del camino.
Un papalote.
Ay papalote, tengo mucho miedo, ¿cómo haremos para subir esa bestia?
Y cole Toni, tú agárrate fuerte de mi hilo y ahí vamos a subir, ¿la ves por ahí?
No, no la veo, ¿tú la ves?
Pues ahí viene, ahí viene, fíjate.
Vamos, saltemos juntos.
Toni y papalote pasaron juntos el segundo desafío, subir a la gran bestia.
Pero faltaba el tercero, el más complicado de todos, escalar ese gran gran muro.
Pero para esto ustedes no van a saber ayudar.
Híjole Toni, ahora sí que está difícil esto de subir al gran muro.
¿Cómo lo haremos?
Pues a mí se me ocurre que los niños ahí donde están pueden soplar bien fuerte.
¿Dónde están los niños?
Ahí atrás de la pantalla.
Ah bueno, soplen fuerte.
Y entonces, ¿y si soplan fuerte yo puedo emprender el vuelo, empezar a volar bien alto hasta llegar a cruzar ese gran gran muro?
¿Qué te parece?
Es una buena idea.
Vamos, soplen, soplen.
Sopla ti, tiritera.
Me agarro.
Espera que estoy disfrutando del vuelo.
Ay, ay, me agarré.
Toni y papalote volaban muy muy alto y como era la primera vez que Toni volaba, comenzó a reír y su risa a retomar por todo el firmamento.
Tanto que allá lo lejos los guardianes del muro los escucharon y empezaron a disparar los cruzupadas.
Hasta que una de ellas atravesó a la cometa de un lado a otro.
Y cuando una cometa tiene un agujero que sucede, comenzó a caer.
Comenzaron a caer los dos juntos hasta que en un momento pasó algo muy muy raro.
En vez de caer, estaban subiendo.
Así que Toni miró y se dio cuenta que había un gancho así en su cinturón.
Se agarró al gancho, miró para arriba y vio que ahí ni más ni menos estaba Dreamworks que los había pescado.
Con su otro abrazo, abrazó fuerte al papalote y subieron con Dreamworks y cumplieron su sueño de pescar con él.
Pero de inmediato Toni se acordó que tenía que avisarle a Marina Lagrondrina que había llegado y que había cumplido su sueño.
Fue así que Marina, a través de una carta que le envió Toni, me vino a contar a mi casa esta historia.
Y por eso hoy yo se las vengo a contar a ustedes.
Y antes de que nos despidamos, les quiero pedir un gran favor.
De ahora en adelante, quizás cuando veamos la luna, bien finita cuando aparece como una uña en el cielo, tratemos de ver si no vemos por ahí a Toni o a papalote o a Dreamworks.
Y con todas nuestras fuerzas le pidamos que todos y todas las niñas migratorios puedan hacer sus sueños realidad.
¿Qué me parece?
Clara Torielli y OIM Uruguay. Tony Papalote (CC BY-SA)