"A principios del siglo XIX, el Cabildo de Montevideo certifica la presencia de los Candombes los que llama indistintamente “tambos” o “tangos” prohibiéndolos en provecho de la moralidad pública, y castigando fuertemente a sus cultores".

Las prohibiciones y autorizaciones a los Candombes, se repiten durante el período artiguista.

En 1812, por ejemplo, durante el Sitio de Montevideo, Francisco Acuña de Figueroa anota en su célebre diario histórico:

En tanto se miraba
la casa de los negros que, brillaba
Con hogueras y luces, y se oía, allá en sus campamentos,
Con lejanos acentos,
De músicas marciales la armonía;
Y el rumor de sus gritos de alegría,
Demostración notoria
De la nueva feliz de una victoria.

AYESTARÁN, Lauro. “La música en el Uruguay”, Montevideo, 1953.