Nuestro cuerpo recibe constantemente distintos tipos de información.
Alguna de esta información proviene del exterior de nuestro organismo: sonidos, sustancias, temperatura, entre otras. Otro tipo de información proviene de nuestro propio cuerpo, por ejemplo la posición de una determinada parte de cuerpo o las condiciones internas como los niveles de glucosa en sangre, presión osmótica, temperatura corporal, etc.
Cada cambio en las condiciones externas o internas de nuestro organismo, constituye un estímulo para alguna de las células especializadas en captar dichos cambios.
Como vimos en el ejemplo del comienzo, antes de meternos al agua solemos "probar" cómo está introduciendo una pequeña parte del cuerpo para saberlo. Ello es porque en tu piel tienes unas estructuras denominadas receptores cutáneos y algunos de ellos están especializados en detectar la temperatura del ambiente o de las cosas con la que entras en contacto (una superficie, un objeto, o el agua en este caso)