La actitud de los trabajadores fue otra.
Relatan José Pedro Barrán y Benjamín Nahúm que en mayo de 1911, luego de votada la huelga general a partir de la huelga tranviaria, la multitud manifestó por 18 de julio en dirección a la Casa de Gobierno.
La guardia civil intentó disolverla, no obstante, llegaron a la sede de la Presidencia de la República al grito de “Viva la huelga general”, “Viva Batlle”.
Don Pepe salió a los balcones rodeado de sus secretarios y de alguno de sus hijos. Fue entonces que el poeta anarquista Ángel Falco subido a un árbol se dirigió al Presidente Batlle expresando:
“Ciudadano Batlle y Ordoñez, el pueblo que os conoce espera de vos que sabréis mantener la actitud de siempre en esta emergencia, ante la batalla que se está librando entre los huelguistas y las empresas… Vos no podes permanecer extraño a este movimiento… se ha decretado la huelga general no contra el gobiernosino contra las empresas que no han respetado las condiciones pactadas con los obreros…” finalizando con un “¡¡¡Viva Batlle!!!” que la multitud repitió.
Ante el pedido insistente de los manifestantes, y luego de un breve momento de meditación, Batlle respondió a la multitud las palabras antes citadas:
“Las leyes y el orden que estoy obligado a mantener por deber a mi cargo no me permiten tomar participación activa en vuestra contienda. Soy el encargado de hacer cumplir el orden y los derechos de todos los ciudadanos… Por lo tanto, el Gobierno garantizará vuestros derechos mientras os mantengáis dentro del terreno de la legalidad. Organizaos, uníos y tratad de conquistar el mejoramiento de vuestras condiciones económicas, que podéis estar seguros que en el Gobierno no tendréis nunca un enemigo, mientras respetéis el orden y las leyes.”
Los manifestantes prorrumpieron en aplausos y vivas estruendosos al Primer Magistrado y a la huelga general.
(Barrán, J. P y Nahum, N. (1979). Batlle, los estancieros y el Imperio Británico. Montevideo: Ediciones Banda Oriental.)