Para 1944, la Segunda Guerra Mundial estaba claramente inclinada a favor de los aliados, aunque la guerra aún no había llegado a su fin.
La Alemania nazi había sufrido importantes derrotas en el frente oriental contra el Ejército Rojo soviético y en el norte de África.
En el frente occidental, las fuerzas alemanas se encontraban rodeadas, pero aún mantenían una feroz resistencia.
Mientras tanto, la Unión Soviética avanzaba imparable desde el este, y los aliados occidentales (principalmente Estados Unidos, el Reino Unido y Francia) estaban listos para abrir un segundo frente que aliviara la presión sobre los soviéticos y acelerara la derrota de la Alemania nazi.
La estrategia aliada para presionar a Alemania desde múltiples frentes
fue clave para el desenlace de la guerra.
Al abrir un nuevo frente en el oeste europeo, los aliados buscaban dividir las fuerzas alemanas, debilitando su capacidad de defensa.
Mientras las fuerzas soviéticas empujaban desde el este, los aliados iniciaron su ofensiva en Francia.
El desembarco de Normandía (6 de junio de 1944)
Conocido como el Día D, fue el resultado de años de planificación secreta y se convirtió en uno de los momentos decisivos de la guerra.
Con el objetivo de liberar Europa occidental, más de 156,000 soldados aliados desembarcaron en las playas de Normandía, Francia.
A pesar de las medidas de seguridad del espionaje alemán, la invasión fue un éxito, marcando el comienzo de la liberación de Francia y de una ofensiva aliada a gran escala.
Un segundo desembarco en Provenza, que tuvo lugar en agosto de 1944
Permitió a los aliados avanzar rápidamente hacia el norte, abriendo un nuevo frente y tomando por sorpresa a las fuerzas alemanas.
Esto desorganizó aún más sus defensas y facilitó el avance aliado hacia el corazón de Francia, acelerando la derrota de las fuerzas nazis.
La liberación de París, el 25 de agosto de 1944
Fue tanto una victoria estratégica como un símbolo poderoso del triunfo aliado.
La caída de la capital francesa no solo debilitó el régimen nazi, sino que también dio un fuerte impulso moral a las fuerzas aliadas y al pueblo francés.
Hitler intentó un último contraataque en las Ardenas
En respuesta a las derrotas en el oeste, Hitler intentó un último contraataque en las Ardenas, conocido como la Ofensiva de las Ardenas, lanzada en diciembre de 1944.
Aunque inicialmente sorprendió a los aliados, el fracaso de la ofensiva marcó el principio del fin para la Alemania nazi.
La continua presión tanto desde el este como desde el oeste debilitó irremediablemente las fuerzas alemanas.