Para Melina Furman
Furman, M. (2015) comienza con la definición de objetivos claros. Es fundamental establecer qué se desea evaluar, alineando estos objetivos con las competencias que se quieren desarrollar en los estudiantes.
A continuación, se procede a la recopilación de información utilizando diversas herramientas e instrumentos, como cuestionarios, entrevistas, observaciones y pruebas, para obtener una visión integral de los conocimientos, habilidades y actitudes de los alumnos.
Hace énfasis en la importancia de analizar el contexto en el que se encuentran los estudiantes.
Considera que los factores socioemocionales y culturales pueden influir significativamente en su aprendizaje.
Una vez recopilada y analizada la información, se busca identificar las fortalezas y áreas de mejora de cada alumno, lo que permite personalizar la enseñanza y hacerla más efectiva.
Referencia
Furman, M. (2015). Evaluar para aprender: La evaluación como herramienta de mejora en el aula. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.
Para Rebeca Anijovich
Anijovich, R. (2011) destaca la relevancia de proporcionar retroalimentación tanto a los estudiantes como a los docentes. Esta retroalimentación debe facilitar un diálogo que promueva la reflexión sobre el aprendizaje y la enseñanza.
A partir de los resultados de la evaluación diagnóstica, es fundamental proceder a la planificación educativa, diseñando actividades y estrategias didácticas que respondan a las necesidades identificadas en los estudiantes.
Sugiere establecer un proceso de revisión y ajuste continuo.
Esto permite que la planificación educativa se adapte y mejore a medida que se avanza en el proceso de enseñanza, asegurando que se atiendan adecuadamente las necesidades de los alumnos.
Referencia
Anijovich, R. (2011). Evaluar para aprender. Recuperado de https://fcen.uncuyo.edu.ar/catedras/anijovichevaluarparaaprenderlibroco.pdf