El uso de la luz en la cultura árabe se vincula fundamentalmente al simbolismo religioso.
Por medio de diferentes elementos arquitectónicos como tragaluces, pórticos, parasoles, o toldos se logra controlar el acceso de luz a las construcciones. El uso de puertas o ventanas a las que se les agregan decorados de diseños geométricos permiten generar diferentes texturas, luces y sombras, así como caleidoscopios coloridos provenientes de los vitrales en los interiores. El uso de pequeños domos y muqarnas permiten brindar uniformidad, distribuir la luz, y generar texturas espaciales.
Los elementos decorativos como las formas geométricas y el color (principalmente el azul, dorado y turquesa) se relacionan con la importancia que se le atribuye a la luz en las construcciones árabes. La estrella y el círculo concéntrico por ejemplo simbolizan el sol y su resplandor. Los patrones simétricos se asocian con la purificación de la mente y el alma.
En cuanto a los colores el amarillo es el signo de felicidad, el azul está relacionado con la paz perfecta y la verdad, el turquesa es la grandeza o eminencia.
En la tradición musulmana el concepto de unidad es muy importante, y es por ello que se busca que las composiciones decorativas sean equilibradas para que no destaque ningún elemento sobre los demás.