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Los pueblos indígenas

La siguiente videolección resume las características generales de la situación económica, jurídica y religiosa de los indígenas en América Colonial.

Verás, además, que el vínculo con los conquistadores no fue el mismo en todas las regiones del continente.

Transcripción del video

Vínculo entre indígenas y españoles varía de acuerdo a la complejidad de la cultura precolombina del lugar. En la zona del Caribe y América Central, que fue el primer lugar de contacto entre aborígenes europeos, el resultado más impactante fue el descenso de la población nativa a causa de las enfermedades, las guerras y el exceso de trabajo. A esta situación se le ha llamado la catástrofe demográfica. En la zona del Río de la Plata podemos apreciar dos regiones. En el actual Paraguay, aunque al inicio los guaraníes fueron esclavizados, poco a poco la sociedad se fue integrando, fruto de un importante mestizaje y de la obra de los misioneros. En la cuenca del Plata, incluido el territorio actual de Uruguay, los vínculos entre españoles e indígenas fueron en general hostiles durante la época colonial, siendo ésta una de las causas de la colonización tardía en la región. En Mesoamérica y la región andina, la sustitución de los soberanos locales por los conquistadores fue resistida en un primer momento por algunos pueblos, pero en menos de dos décadas, los españoles lograron dominar políticamente a los indígenas, pese a que eran una absoluta minoría. Los vínculos con los conquistadores se darán fundamentalmente a través de los diferentes tipos de tutelas que veremos posteriormente, y también se dará un importante mestizaje.

 La situación de los indígenas puede ser estudiada de distintas perspectivas. Desde el punto de vista económico, se aceptaba como un hecho natural que los indígenas debían constituir la mano de obra gratuita o escasamente retribuida para la explotación minera, agrícola o artesanal. En el plano religioso, la corona asumió la misión de evangelizar a los indígenas. Ella fue desempeñada por los misioneros de diferentes órdenes, franciscanos, domínicos, agustinos y jesuítas, aunque los españoles que contaban con indígenas a su cargo, también tenían la misión de evangelizarlos. Desde el punto de vista jurídico, la situación del indígena sufrió algunas variaciones a lo largo del período colonial, marcándose por lo menos dos etapas. Al principio, los indígenas fueron esclavizados, situación que trajo importantes consecuencias como el desarraigo de los núcleos familiares, la mala alimentación, los malos tratos, el trabajo excesivo, lo cual, sumado a las epidemias y a las guerras, provocaron una gran mortalidad. En una segunda etapa, los indígenas fueron reconocidos como súbditos libres en similar situación que los españoles y criollos, por lo que debían cumplir con las leyes españolas y pagar tributo. Aunque eran hombres libres, los indígenas fueron considerados como menores de edad y por lo tanto sujetos a diferentes tutelas.

 Las encomiendas eran un privilegio que la corona española le otorgaba a un particular, casi siempre de origen español. El encomendero, recibía un grupo de familias indígenas que eran sacados de sus pueblos, a quienes debía proteger y cristalizar, y a cambio se beneficiaba con su trabajo y el pago de tributos en especies como maíz, animales y tejidos. Por su parte, el español pagaba tributos al rey y prestaba servicio militar. En la práctica, los indígenas eran explotados brutalmente por los encomenderos, aunque algunas leyes intentaron suavizar su situación. Para evitar las injusticias de las encomiendas, se crearon los corregimientos, que eran pueblos indígenas que estaban bajo la tutela de un corregidor, que era un funcionario de la Corona, por lo que recibía un sueldo por su trabajo. Aquí los indígenas mantenían la propiedad comunal de sus tierras y hasta elegían a sus autoridades. A cambio de esto, debían pagar un tributo a la Corona de España. Aunque el corregimiento ayudó a salvar a muchas comunidades indígenas, también se dieron muchísimos casos de abusos. Las misiones también eran pueblos indígenas de entre 12 y 5000 habitantes que estaban sujetos a la tutela de diferentes órdenes religiosas. Destacan las misiones guanonesas méticas del Paraguay, donde el gobierno de cada misión estaba dirigido por los sacerdotes jesuítas, pero respetando los caciques tradicionales que recibían el cargo del corregidor y presidían las sesiones del cabildo elegido por los indígenas.

 Trabajaban dos o tres días en las tierras comunales y el resto de la semana en las chacras propias. Los sacerdotes conocían y predicaban en la lengua nativa y los indígenas sabían leer y escribir y sobresalieron como excelentes músicos y cantores. La mita consistía en formas de trabajo obligatorio que los indígenas debían cumplir rotativamente a cambio de un salario tan bajo que era insuficiente para vivir. La ley decía que la obligación de cada indígena era trabajar una vez cada siete años, pero en la realidad lo hacían cada dos. Y tanto en las minas como en los obrajes o en la agricultura, las jornadas de trabajo eran extenuantes. Todo esto causó la desintegración de la comunidad indígena y rompió el vínculo de ésta con la tierra, ya que los nativos debían dejar sus aldeas y cultivos y casi siempre volvían enfermos o muchos de ellos.