
No cabe duda que vivimos en un mundo mediatizado donde la imagen cobra un valor significativo y fundamental para la información y comunicación de aquellos que habitamos este planeta.
Pero lo cierto es que en este juego mediático, la imagen puede también tener un propósito perverso y disfrazar la realidad o manipularla. Tenemos el deber ético de ser críticos con lo que vemos y saber "leer" las imágenes y los mensajes que ellas nos transmiten.