3 cuestiones a considerar
Para trabajar en la convivencia escolar debemos considerar 3 conceptos clave:
1. Clima Institucional
Considerar el clima institucional implica tener en cuenta diversas dimensiones que involucran a todos los miembros de la comunidad educativa, incluyendo a niños, niñas, docentes, personal no docente, la relación con las familias y otros agentes de la comunidad, así como las interacciones con distintos actores del sistema educativo y otros organismos gubernamentales y no gubernamentales.
Esto abarca la manera en que estos actores construyen su red de relaciones.
La construcción participativa del proyecto del centro adquirirá una importancia fundamental, imprimiendo un sello identitario que refleje la manera única en que esa institución específica desarrolla su propuesta pedagógica.
Es esencial reconocer que el funcionamiento de la escuela, su comunicación y la naturaleza de las relaciones interpersonales, ya sean respetuosas, solidarias y tolerantes o no, se convierten en un referente que “enseña” por sí mismo.
En este contexto, fomentar redes sociales que constituyan una comunidad educativa basada en el respeto, la colaboración, la comunicación abierta y plural, así como el reconocimiento del otro, será crucial para crear un clima de convivencia favorable.
Además, es necesario promover una “cultura de resolución de conflictos”, en la que se transforme la perspectiva de los conflictos, viéndolos como oportunidades para aprender habilidades sociales.
Consideremos que:
“Hablar del clima institucional, supone pensar a las instituciones como organizaciones desde las expectativas humanas de sus miembros … no sólo desde la expectativa que la sociedad deposita en ella, sino desde la expectativa humana que las personas que acuden a la escuela pueden o no realizar allí”.
Onetto, 2004.
2. Convivencia y dimensión pedagógica
Desde la dimensión pedagógica, surge el desafío de trabajar en el aprendizaje de habilidades sociales, ya que la convivencia se aprende en cada espacio de interacción con otros.
Por lo tanto, esta se convierte en una dimensión del currículo que debe ser intencionada.
La construcción de ciudadanía se presenta como un contenido curricular esencial y poderoso que puede servir como anclaje en el currículo. Sin embargo, el aprendizaje de habilidades sociales depende de la intencionalidad al abordar las situaciones cotidianas que se presentan en las instituciones.
Actividades específicas y la creación de espacios, como asambleas de clase, juegos cooperativos y juegos de rol, pueden ser herramientas valiosas para promover el desarrollo de estas habilidades.
Además, el propio funcionamiento de la institución, las dinámicas del grupo clase y las formas de relacionamiento interpersonal entre los distintos miembros de la comunidad educativa, así como la resolución de conflictos, sirven como un claro modelo de aprendizaje para todos.
3. Las normas en la institución
Las normas en los centros educativos son esenciales para la convivencia, ya que establecen la estructura y el marco para las interacciones entre los miembros de la comunidad. Si bien existen normativas generales que regulan todos los centros, cada institución debe crear sus propias pautas adaptadas a sus características y necesidades específicas.
La convivencia, basada en el respeto por la integralidad de cada persona, requiere un orden que regule las relaciones y garantice los derechos de todos.
Estas normas deben ser conocidas y consideradas como pautas orientadoras.
Además, es fundamental que todos los miembros de la comunidad educativa se apropien de las normas, entendiendo que reflejan valores compartidos, lo que implica discutirlas y llegar a acuerdos sobre su aplicación.
La normativa también define lo que está prohibido y lo que está permitido, por lo que es importante abordar el porqué y el para qué de las normas.
Esto facilitará su comprensión y fomentará el compromiso de todos los actores en su cumplimiento.