Introducción
Hay emociones, que por su particularidad llamamos "emociones políticas", que tienen como objeto la nación, sus instituciones, las personas que la conforman.
En este último elemento entran conciudadanos de quienes ignoramos gran parte de su particularidad, porque los comprendemos ante todo como grupos con determinadas características, y esto puede implicar la discriminación y su encasillamiento en determinados estereotipos.
La Ley nº 17817 del 6 de setiembre de 2004, contra el racismo, la xenofobia y toda otra forma de discriminación declara el tema de interés nacional y define la discriminación como:
“... toda distinción, exclusión, restricción, preferencia o ejercicio de violencia física y moral, basada en motivos de raza, color de piel, religión, origen nacional o étnico, discapacidad, aspecto estético, género, orientación e identidad sexual, que tenga por objeto o por resultado anular o o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública."
Ley n.º 17817 del 6 de setiembre de 2004, contra el racismo, la xenofobia y toda otra forma de discriminación
La discriminación y el estereotipo surgen a edades muy tempranas, y no siempre tienen que ver con las temáticas a las que apuntan los adultos.
Los sujetos en la niñez y adolescencia están todavía conformándose para su futura ciudadanía. Por eso, muchas veces la discriminación que manifiestan no necesariamente tiene que ver con el contenido mencionado en esa ley.
Un tipo de abrigo diferente al que los demás compañeros de clase llevan a la escuela puede no reflejar ningún tipo de previsible discriminación según lo es entendida por adultos: puede no significar pobreza, ni una religión ni etnia minoritaria. Puede ser, simplemente, algo fuera de lo común.
Pero los humanos nos ejercitamos desde edades tempranas por medio del juego en lo que es ser adultos. Los niños saben que la discriminación es una práctica corriente.
Es probablemente por eso que tiene lugar el acoso escolar, con el fin de encontrar en el otro una característica cualquiera, diferente (llevar lentes, tener los dientes muy grandes) y marcar la pertenencia a un grupo por medio de la señalización del «otro».
Eso es nada menos que la semilla de la intolerancia.
En esta actividad nos proponemos sensibilizar respecto al sufrimiento que causa la discriminación por una parte, y la inexistencia de verdaderas diferencias que nos conviertan realmente en “otros”.