Quizás pensó: con esta respuesta radical que voy a escribir nadie más va a preguntar sobre este tema. No quiero ni imaginarme cómo sería un cumpleaños así, ¿Cómo me comportaría en un cumpleaños de un desconocido? ¿Cómo estará vestida la gente? ¿Que me preguntaran? Capaz no sé nada de ningún tema que hablen. Aparte vienen de otro país, qué sé yo cómo son. Por suerte no voy a ir. Y tampoco irán mis compañeros así que estaremos “todos en la misma”...

Tal vez al responder así se sintió orgulloso, porque pensó: seguro que todxs mis compañerxs piensan lo mismo pero ninguno se anima a decirlo. Yo sí, porque me la banco!! Encaro bastante. Siempre soy el que dice las cosas como son y eso es lo que están esperando mis compañerxs de mí. Que cante la posta.

Quizás ni pensó mucho lo que contestar: yo en este grupo pongo cualquier cosa porque soy: “el Matí” y todo lo que diga va a estar bien. Contesto al toque lo que se me viene primero a la mente.

Quizás pensó: Paaaa!! ir a la casa de Jose… pero yo no entiendo su forma de hablar, y se comporta diferente, además escuché a varios adultos decir cosas como “todos estos migrantes que se están instalando en nuestro país nos están arruinando”, ¿qué me pasará si soy su amigo? ¿Qué va a decir “el rafa” y “el tongas”? ¿Y si me cae bien el pibe?

Nota:
Este miedo es una emoción política en tanto se dirige a una persona por las asociaciones que trae el estereotipo que se le adjudica, en este caso “migrante” de un país de latinoamérica con problemas sociales y económicos. 

Si te pones en los zapatos de Matías puedes experimentar una emoción que no esté en las opciones anteriores. La diversidad de lo que podemos sentir frente a una misma situación es tan amplia como la diversidad de historias de vida. Nuestra historia de vida va definiendo lo que valoramos y nuestras emociones responden a aquello que tiene valor e importancia para nosotros.