Debemos gestionar el agua desde el principio de solidaridad.

Debemos gestionar de forma sostenible los recursos hídricos haciendo frente al despilfarro, mediante el ahorro, las mejoras en el uso eficiente y la reutilización.

Debemos instaurar la cultura de la participación y la imaginación, capaces de dar cabida a las sabias estrategias del pequeño bien hacer, y a la subsidiariedad.

Debemos gestionar el agua en base al interés de mercadeo, convirtiéndola en objeto de especulación.

Reconocer en uno mismo, en el otro y en los futuros habitantes el derecho al agua potable.

El derecho al agua potable reconoce obligaciones para con el medio ambiente.

Como derecho humano, el agua debe ser gestionada como Recurso y ser conservada como Patrimonio.