Una nueva mirada
La Nueva Cultura del Agua exige no sólo un giro en nuestra mirada del mundo, sino también un cambio en las escalas de valor y en la cultura que impregnan nuestra sociedad.
Desde la Nueva Cultura del Agua debemos asumir un compromiso ético, al tiempo que tenemos que construir alternativas y ejemplos prácticos en los que las mejoras en la calidad de vida no sólo se demuestren compatibles, sino que se basen en la recuperación y conservación de nuestros ecosistemas hídricos.
En definitiva, se trata de vivir mejor con menos recursos, pero de mejor calidad y repartidos de manera más equitativa.