Más allá del "sentirse bien" que puede dar el uso del maquillaje o de otros sentimientos, casi siempre su objetivo es cumplir con estereotipos impuestos por el mundo de la moda y la belleza.
Ejemplo es el mostrado en Roma, los hombres, encabezados por filósofos o pensadores, señalaban cuál era el maquillaje ideal y socialmente aceptado, para así lograr alcanzar los estereotipos convencionales de la belleza femenina.
Muchas veces se trata de “encajar” o “acoplarse” a los estándares de belleza que se imponen.