En el reino de Serendip, la actual Sri Lanka, creían que los sabios tienen la habilidad de sacar partido de lo que les ocurre, aunque se trate de un error.
Así lo contaba una de las innumerables leyendas que se transmitían de padres a hijos. Narraba la historia de 3 príncipes que tenían un particular don: el del descubrimiento fortuito.