Se trataba de una sociedad estática y jerárquica. De esta manera los diferentes estamentos se dividían rígidamente, resultando imposible para un individuo perteneciente a un status cambiar a otro.
Esta división se hacía en base a la posición social, la riqueza acumulada, o en muchos casos, a la capacidad de influencia en cuestiones de estado.
En el siglo XVII la mayoría de la población pensaba que su sociedad era así debido al orden natural de las cosas, idea alimentada por escritores de la época que en general veían esta división aceptable y necesaria. Por ello estaba enraizada la idea de que cada estamento gozaba de la estima y preeminencia que naturalmente le correspondía.