¡Excelente!
La captura de personas para ser vendidas como esclavos resultaba una práctica altamente lucrativa.
Aunque esto no quiere decir que también se buscaran piedras y metales preciosos, especias, telas, sal, tintes, vino y otros tipos de mercancías que solían transportarse en los barcos mercantes, como era el caso de los fenicios.
Uno de los casos más conocidos de piratería contra las líneas de navegación lo protagonizó Julio César (uno de los más importantes emperadores romanos), que llegó a ser prisionero de piratas cilicios (75 a. C.).
Las fuentes cuentan que el jefe cilicio estimaba el rescate del César en 20 talentos de oro, a lo que el joven César le reprochó:
«¿Veinte? Si conocieras tu negocio, sabrías que valgo por lo menos 50».
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Julio César
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El cautiverio duró 38 días, en los cuales el rehén amenazó a sus captores con crucificarlos.
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Finalmente, el rescate se pagó (60 talentos de oro) y el futuro cónsul de Roma fue liberado. Pero César cumplió su amenaza y, cuando recobró la libertad, organizó una expedición, paga con su propio dinero, durante la que apresó a sus captores y los crucificó.
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