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Unos y otros

 

Los planteamientos propuestos por los diputados orientales contradecían altamente el ideario político de la dirigencia porteña, que se basaba en principios totalmente distintos.

Para los porteños, el Estado debía organizarse según principios de jerarquización política que contemplaran la “natural” división social. Eso solo era posible estableciendo un gobierno centralizado, al cual debían subordinarse las provincias previo acuerdo de su participación.

Frente a esta idea se alzaba la visión federal, más amplia y democrática, basada en los derechos de las comunidades y la idea de que una nación solo podía construirse con el aporte igualitario de todos sus sectores sociales.

Una visión enraizada en un concepto de igualdad profundamente sentido por la población humilde del medio rural, que rechazaba la idea de que la conducción debía estar monopolizada por los ilustrados y los doctores.

Ante la pretensión hegemónica de estos, instalados mayoritariamente en Buenos Aires, el federalismo, a la vez integrador y celoso de la defensa de los derechos de los pueblos, aparece como una necesidad inevitable.

Artigas lo concibió no solo por sus lecturas de textos norteamericanos, sino también por su experiencia de los hechos de 1811, en el curso de los cuales los derechos del pueblo oriental fueron desconocidos en aras de intereses extraños, que se pretendían superiores.

 

El pensamiento federalista expresado en las Instrucciones fue la causa principal por la cual los diputados orientales fueron rechazados al llegar a Buenos Aires y no se les permitió ingresar a la Asamblea.

“Es su contenido lo que determinó, junto con los ocho puntos, el rechazo de los diputados. Son sus veinte cláusulas las que hicieron de la Banda Oriental una provincia desafiante ante los ojos del poder central”.

 

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