Poner límites nunca significa tratarlos mal, gritarles o castigarlos de forma alguna. Los golpes y los insultos no educan, nunca son efectivos, porque aunque parece que el niño o la niña aprendió, en realidad lo hace por temor o por miedo a aquellos que en realidad deben cuidarlo y amarlo. Estas situaciones de violencia generan desde la infancia, niños y niñas inseguros, desconfiados, miedosos y vulnerables emocionalmente.
Poner límites es acompañarlos, enseñarles de forma amorosa, respetuosa y sistemática lo que se puede y lo que no, es por sobre todas las cosas, generar un vínculo afectivo y respetuoso que brinde contención y amor.
Si no lo tratas bien, lo tratas mal.
UNICEF