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Devenires

Este es un acercamiento al devenir de esta casa... donde Zorrilla, que vivía con su familia en una casa de la calle Rincón ubicada en la Ciudad Vieja, construyó un lugar para vacacionar, descansar, inspirarse y escribir.

Juan, en su escritorio de la casa de Ciudad Vieja (Rincón y 33 – hoy edificio ‘Artigas’)

En esa casa, el ágil y nervioso Juan, de prolija barba, vestido casi siempre de negro, usando, ocasionalmente un bastón, se relacionaba con sus contemporáneos... muchos de ellos ilustres visitantes de la alta intelectualidad nacional y extranjera, además de las máximas jerarquías eclesiásticas como por ejemplo los arzobispos de Montevideo: Monseñor Mariano Soler y Monseñor Aragone; el pintor español Ulpiano Checa y a los eminentes filósofos Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset; el filósofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira y su hija, la poetisa María Eugenia; el poeta mexicano Amado Nervo, que en aquel tiempo ejercía el cargo de embajador de su país en el nuestro; Juana de Ibarbourou, de quien Zorrilla fue su padrino de casamiento; la poetisa Susana Soca; entre otros.

En esta casa descubrían a un hombre de conversación amena, ademanes enérgicos, espíritu abierto a todo y a todos, y que supo ganarse el aprecio y cariño de sus conocidos y aún de los que no lo conocían. Un hombre de inmensa popularidad en aquel Montevideo de las primeras décadas del siglo XX.

Tal era su destaque internacional que, en 1926, rey Alfonso XIII de España le envió desde este país el escudo familiar tallado en piedra, que el monarca hizo sacar de la casa solariega de los Zorrilla de San Martín en el Valle de Soba. Zorrilla lo colocó en esta casa de verano.

Fachada de la casa, en la que originalmente habían dos escudos familiares. Uno (faltante en la foto), se localiza en el exterior de este museo. Fue enviado por el rey Alfonso XIII a Juan Zorrilla en 1930. Escudo familiar colocado en la casa de Punta Carretas
Fachada de la casa, en la que originalmente habían dos escudos familiares. Uno (faltante en la foto) Escudo familiar tallado en piedra enviado por el rey Alfonso XIII de España en 1926. 

La colocación del escudo con la leyenda “Velar se debe la vida…” en una pared externa, en el camino de ingreso a la casa (y que aún se mantiene en perfecto estado) originó una emotiva ceremonia que contó con la presencia del entonces presidente de la República, Ing. José Serrato.

5 años después de la muerte del poeta (que sucedió en esta casa, el 3 de noviembre de 1931) el Estado compra la construcción a los hijos con el fin de transformarlo en museo.

En 1975 fue declarado Monumento Histórico Nacional.