Uruguay del 1900
En el Uruguay comienza a primar desde fin de siglo un nuevo modelo demográfico.
Las familias comienzan a tener menos hijos y a tratar de controlar la natalidad.
Esa disminución de la natalidad y el retardo en la celebración de los matrimonios, eran una consecuencia del encarecimiento de la vida.
Al mismo tiempo, los inmigrantes tuvieron mucho que ver en este cambio de mentalidad.
Llegaban quienes se habían atrevido a cortar los lazos con Europa, buscando el ascenso social.
El número elevado de hijos podía trabar dicho ascenso.
En este sentido, la represión de la sexualidad femenina era una de las condiciones para que triunfara el control de la natalidad con métodos espontáneos.
Una de las formas era retrasar la edad matrimonial, lo que causó una represión sobre la mujer, pero liberalizó al hombre.
Se acentuó así el culto a la virginidad que reemplazó al anterior de la fecundidad.
Los noviazgos se eternizaban; el joven debía esperar a tener una “posición”; ella iba haciéndose el “ajuar” puntada a puntada.
El “dragoneo” comenzaba en la calle o a la salida de misa, luego la conversación en el balcón o el zaguán, después, el interminable “servicio de sala”.
Nunca solos “la lámpara encendida, con la madre tejiendo o cosiendo frente a ellos y oyendo, aburrida, tontos monosílabos y sin que nunca las manos de los enamorados se tocaran, estarían hasta las 11, hora en el que el padre cerraría el diario demostrando que era el momento de retirarse”.
José P. Barrán y Benjamín Nahum, “
Batlle, los estancieros y el Imperio Británico”, Tomo I:
“El Uruguay del 900”.