Batalla de las Piedras
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Boceto, óleo sobre tela, firmado en el ángulo inferior derecho: Diógenes Hequet. Montevideo 1896. Dimensiones: 1040 x 670 mm. El pintor ha querido representar el momento culminante de la batalla. Los Patricios y las milicias de infantería, atacan a los realistas que han abandonado su posición en la loma. Al frente de las milicias formadas por paisanos, a la derecha, se ve espada en mano, al sacerdote D. Valentín Gómez; al fondo aparece la caballería comandada por Manuel Francisco Artigas en el momento de emprender la carga por el flanco enemigo, y detrás de ella la caballada de la infantería. En el centro de la composición se destaca la figura de D. José Artigas, a caballo, rodeado por algunos oficiales y a su retaguardia las piezas de artillería tomadas a los realistas en la acción. |
Detalle del boceto de Diógenes Hequet |
Detalle del óleo sobre tela realizado por Manuel Rosé/ 1930/ 1945. En el campo de Las Piedras, sonoro aún de armas, gritos y relinchos, la admiración y el júbilo nativos concéntranse en torno del ilustre jefe bajo cuyo mando se ha conquistado la espléndida victoria. Tras la épica pelea que se ha extendido durante casi todo el día, Artigas es rodeado en efecto, en el primer plano de cuadro, por numerosos oficiales y soldados patriotas que, a caballo, cubiertos con chambergos o galeras y luciendo uniforme militar, vestimenta civil o simples camisa y chiripá gauchos, ora vivan, sueltos y enardecidos, alzando en triunfo sus sables, ora presentan, formados silenciosamente, sus bravas lanzas coronadas de rojos gallardetes. Está Artigas, en ese magnífico crepúsculo del 18 de mayo de 1811, montado en un brioso caballo blanco que aparece con las manos levantadas. Se destaca, en su figura perfilada a la derecha, la recia cabeza algo echada hacia atrás. Su cabello, con larga patilla, es totalmente rubio. Sostiene en la mano izquierda las riendas y, en la derecha, el sable que esgrime casi horizontalmente como para señalar a la atención de quienes le circundan las últimas maniobras que se desarrollan a lo lejos. Sin sombrero -el cual se halla caído en el pasto- viste casaca y pantalón azules: la primera, con cuello, bocamangas y vivos rojos y botones dorados; el segundo, con una franja de aquel mismo color; lleva, envuelto, el poncho patrio en la parte posterior de la montura y calza brillantes botas de caña negras, sobre las que usa espuelas de metal blanco. Como el propio Artigas lo indica, el entusiasmo de la victoria hace que la lucha continúe, todavía, en algunos sectores. Delante de él, por ejemplo, una fuerte montonera, blandiendo fieramente corvos y tacuaras, sale a perseguir los restos de las abatidas tropas realistas. Y en las distantes lomas que quedan a su izquierda y en donde permanecen alineadas o se mueven nutridas columnas orientales, hay también humo de fusilería. |