— En el caso de los peces marinos, el llamado “olor a mar” es cuando el pescado es muy fresco, recién pescado.

Después tenemos, aunque cueste creerlo, una etapa donde el pescado casi no tiene olor, lo que indica que es fresco y con poco tiempo de almacenamiento.

Lo que se suele llamar “olor a pescado” es una señal de que los procesos de putrefacción han comenzado y que el producto está en el límite para ser consumido.

Por último, el olor inconfundible a pescado podrido, el característico “olor amoniacal”, es que NO se debe comer.

Ejemplo de peces marinos: corvina, pescadilla, brótola, lenguado, palometa, pejerrey, anchoa, lisa, etc.

— En los pescados de río la cosa es bien distinta.

Los que tienen olor “a hierba fresca o pasto recién cortado” son los recién pescados.

Los que casi no tienen olor son muy frescos, como en el caso de los de mar.

Cuando se empieza a sentir lo que algunos llaman “olor cadavérico”, porque es muy parecido al de un cadáver, es señal de que ya NO se debe comer.